Cultura porteña clásica que se expande. El barrio de Boedo como epicentro del ejemplo de lo clásico que perdura a través del tiempo.
Una vuelta a lo memorable, a la esencia porteña, al café a los bares notables y al tango porteño.
Una vuelta a lo clásico, a la decoración de los años 20 es parte de la nueva modernidad. En esta nueva tendencia, existen lugares que proliferan, se destacan y crecen día a día.
La mayoría de ellos son parte del barrio de Boedo que supo mantener una identidad clásica a pesar de su lucha cotidiana con una inmensidad de bares modernos que ofrecen otros atractivos. Boedo se mantuvo firme en sus espectáculos de tango y en su austera decoración.
Otros barrios también tienen su historia, sus bares notables con sus apuestas a lo clásico tales como Los Galgos, de micorcrentro, La Tabac y La Flor de Barracas.
Los cafés son un emblema del clásico porteño .Cada lugar tiene su particularidad, su estilo y su esencia impregnada en cada taza.
No es extraño oír a los extranjeros preguntar por la esquina de Homero Manzi o por alguno de los recovecos de Boedo.
Que vecinos de muchos barrios, seguidores del tango y de la clásica y hogareña gastronomía del barrio se sumen es todo un desafío.
En un primer momento, el barrio debió luchar contra toda clase de atocigaciones de modernos restaurant que no sobrevivieron al impacto tranquilo, sencillo y barrial de los cafés de Boedo.
Hoy la tendencia sigue creciendo y son cada vez más los barrios que pretenden alcanzar ese clasicismo para atraer público.
“La idea es mantener el espíritu clásico, entendiendo que tiene que evolucionar, porque si no los sorprendemos con una buena propuesta gastronómica es muy difícil competir en el mercado”, dice Julián Díaz, cocinero y propietario del bar 878 de Villa Crespo.
Cada rincón de la Ciudad de Buenos Aires, tiene una historia. Pero pocas de ellas trascurrían lejos de un bar o café. Los proyectos más ambiciosos fueron inspirados en alguno de los cafés notables de la Ciudad , las charla más profundas, los personajes más destacados de la historia argentina se sentaron a degustar un clásico café mientras decidían el futuro.
En los Galgos, por ejemplo cuentan la tradición que Arturo Frondizi y Oscar Allende solían ser vistos por la tarde.
La propuesta de semejanza con el barrio de Boedo es cada vez mayor.
Los bares más modernos adaptan su decoración para parecer barriales, sencillos y hogareños.
Mariano Barros, administrador de la Tabac manifestó la importancia de que se reabran cada vez más bares notables y se mantengan los ya existentes.
Como respuesta espontanea social, para la cultura porteña los bares son tan importantes como el propio habla.
Cuando la noticia de que Pippo un mítico restaurante de la calle de Montevideo, en el barrio de Congreso, se declaraba en quiebra después de 75 años de existencia se supo, los vecinos no tardaron en reclamar por las redes sociales la solicitud de auxilio para que logren recaudar fondos y el lugar permanezca abierto.
Destacan la presencia de Alberto Olmedo, Tato Bores, Palito Ortega y Jorge Porcel como personajes que abrían pasado por el lugar y lo elegían continuamente.
La lista continúa. Boedo sigue siendo uno de loa barrios que mayor conservación tubo de sus bares notables. Lucha continua en su momento que le supo ganar la batalla a una modernidad que hoy lucha por sostenerse regresando a los orígenes de lo clásico, lo memorable y lo tradicional.
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