Un no rotundo al Bullyng
Dan Olwens, catedrático de Psicología en la Universidad de Bergen, Noruega, le puso un nombre a la conducta de hostigamiento intenso a un amigo, un compañero, el nombre bullyng, en inglés, significa torear, patotear. Para Miguel Angel García Coto, médico psiquiatra de niños y miembro de Bullyng Cero, Argentina, el acoso escolar está considerado hoy un problema de salud pública, una verdadera epidemia, es un factor psicológico grave por el acto de riesgo que conlleva, pues crea vulnerabilidad en los chicos. “Es un problema importante, hay que darle prontamente una solución”, no hacerlo, temprano o tarde desatará una crisis.
En su libro “Guerra en las aulas” la filóloga y pedagoga Nora Rodriguez define al bullyng como un proceso de abuso e intimidación sistemático, creciente, que se da casi siempre en las escuelas por parte de un grupo de compañeros eligiendo a uno como víctima.
Hay tres modos en que se manifiesta el bullyng: el físico, el psíquico, el verbal; en general el ataque se produce en los recreos, en los pasillos, en el gimnasio, también a través de los medios tecnológicos, chat, mensaje de texto, y otros.
Algunos elementos a observar nos delatan el bullyng, si no está a la vista en la escuela, de la mirada del cuerpo docente, preceptores y Directivos: baja en el rendimiento escolar, ausentismo, falta de integración al grupo, alerta si observamos lesiones físicas, ansiedad, nerviosismo, tristeza, llanto. Quienes agreden tienen códigos tipo mafiosos, silenciando transgresiones, sostienen el hermetismo.
Hay que ayudar a la víctima, es una experiencia demasiado fuerte y degradante para soportar.
Desde la casa: Ayudarlos a expresar lo que les pasa.
No llamar a los padres del victimario, puede aumentarse con esto las agresiones.
Contactar a los Directivos de la escuela, y pedir que tengan
intervención sobre la situación, es un problema dentro de la Institución, hay que ocuparse.
Buscar a otros padres para tratar el tema, entre adultos, buscar soluciones, sin exponer al alumno acosado.
Desde la escuela: Nunca silenciar lo que sucede.
Observar al grupo.
En privado, reunirse con el alumno/a agredido/a para que hable de lo que le pasa, resguardarlo como si fuera un testigo protegido.
Crear espacios de debate sin mencionar a la víctima, apoyarse en cuentos, películas, dramatizaciones, y otras estrategias
Trabajar con los chicos aconsejando y fundamentando que no es bueno celebrar, alentar, producir el maltrato.
Familia y escuela pueden pensar otras alternativas que les parece, de acuerdo a características del grupo donde se produce el bullyng, acertadas para desarmar esta red de maltrato.
“Finalizo: NO ROTUNDO AL BULLYNG !!!”.
Lic. en Ciencias de la Educación Laura A. Toledo
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