Sospechosa complicidad y comerciantes con la venta ilegal
La problemática de los manteros y las ventas ilegales en las zonas privilegiadas de Flores y Caballito continúan a la luz del día. El costo del alquiler del espacio de 90 cm2 de vereda es de $350 por semana. Complicidad, fraudes y coimas como base del negocio.
En su mayoría de origen extranjero, entrecruzan miradas de desconfianzas entre ellos. Es que los comerciantes denominados manteros, instalados en la avenida Avellaneda de Flores y en el Centro de Caballito, sobre Avenida Rivadavia temen ser desalojados del lugar.
Accesorios diversos, comestibles, vestimentas de todo tipo y una especie de boutique callejera copas las avenidas más importantes que atraviesan los barrios de Caballito y Flores.
En las zonas de Retiro, Constitución y Florida, la policía Federal logró reducir el amontonamiento de los manteros en las veredas. Estos, se trasladaron rápidamente a Caballito, Flores y alrededores para asegurar las ventas. Hoy en total ascienden a 3661 manteros en la zona. Y las cifras continúan creciendo.
Sin embargo más allá de la persecución policial y el control para evitar la proliferación de la venta callejera, los comerciantes admitieron que pagan rigurosamente una cuota mensual y hasta semanal por la conservación del lugar. Se tejen muchos interrogantes alrededor de esto. Según admitieron algunos de ellos, existe una complicidad entre la Policía Federal y quienes trabajan en paralelo a ellos. Son estos los encargados de pasar a cobrar la rigurosa mensualidad que pagan los manteros por el alquiler de los metros cuadrados de la vereda. No sólo la Policía Federal estaría implicada en el negocio del alquiler del espacio, sino también los propietarios directos de los locales.
Los dueños de comercios, sin embargo se defienden diciendo que nada saben del asunto y hasta protestan contra la desigualdad y la falta de control.
La verdad es que los puestos ilegales en muchas ocasiones tapan las vidrieras de los locales comerciales de la zona Avellaneda y la única esperanza que albergan los propietarios son los días de lluvia donde por lógicas razones los manteros no acuden al lugar.
Desde hace unos años estas zonas se constituyen como el centro del negocio callejero ilegal. Los controles no aparecen, y las responsabilidades pasan de mano en mano sin atribución culposa a ninguna de las partes implicadas en el negocio. Mientras las ventas de este tipo aumentan con los días.
Las complicaciones en las zonas se hacen sentir también en el tránsito, dado que resulta dificultoso girar o intentar ocupar un lugar de estacionamiento permitido, debido a que el lugar los fines de semana aparecen copados por puestos de ventas.
Uno de los inconvenientes más grandes, que presentan este tipo de organización comercial callejera es el no solo el espacio ilegalmente ocupado y la corrupción que se genera detrás, sino la inseguridad en la compra. Si bien las ofertas son tentadoras, no existen garantías en la adquisición ni posibilidades de cambios o quejas por parte del consumidor.
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