La avenida Boedo, entre Independencia y San Juan, se había convertido en el último tiempo, por sus veredas anchas y por el gran flujo de vecinos, en un incipiente paseo comercial a cielo abierto donde manteros vendían mercadería variopinta. Desde películas en DVD, hasta especias y artículos de bazar; también artesanías y carteras. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a través del Ministerio de Seguridad local comandado por Martín Ocampo, reubicó agentes de la Policía de la Ciudad en esta traza para atender demandas de vecinos y evitar el uso indebido del espacio público.
Los agentes se reparten entre las esquinas más concurridas, entre ellas las que están en el nodo de Boedo y San Ignacio, que reúne a buena parte de la oferta gastronómica de este corredor turístico y cultural. A los uniformados se los puede ver de a grupos de a dos o tres. También hay agentes apostados en las ochavas de a uno. Por las noches, a la hora en que los restaurantes están a tope, es usual ver el paso de varios patrulleros.
La presencia de agentes suele ser dispar en el correr de la semana. Se refuerza los fines de semana o los feriados. Al principio, se podía ver el regreso de los materos los días que los uniformados no estaban presentes sobre avenida Boedo. Hoy el número de agentes es elevado y muchos puesteros prefirieron mudarse a otras zonas para evitar requisas. Vecinos hacen notar que es mucha cantidad de uniformados para las cuatro cuadras que van de Independencia a San Juan, y llamaron a priorizar otras zonas periféricas a este nodo turístico, donde la iluminación es peor y no se ven patrullajes continuos.
En Boedo, a diferencia de otras avenidas como Pueyrredón de Once o Avellaneda de Flores, no tenían una presencia constante de manteros. En las mencionadas arterias, los puesteros pernoctaban en casillas improvisadas con bolsas y cajones para no perder el lugar. En cambio, en Boedo se podían ver mantas improvisadas, o también changuitos y mesas de madera con caballetes.
Había algunos vendedores que ya eran reconocidos por los mismos vecinos, quienes se hicieron a la usanza de comprarles especias o artesanías, que en general eran de calidad y estaban a buen precio. Al parecer, la fuerte presencia policial ha desalentado la presencia de estos viejos vendedores del barrio.
Los que sí han quedado en esta avenida, entre Independencia y San Juan, son los vendedores ambulantes. Aquellos que van con un bolso al hombro ofreciendo medias, pañuelos y bocadillos a los vecinos que pasan a pie o aquellos comensales que disfrutan un café o un plato caliente en las mesas apostadas en la vereda.
Consultamos a algunos vendedores ambulantes si habían tenido inconvenientes con la policía porteña y, afirmaron, que hasta el momento han podido ofrecer mercadería sin mayores inconvenientes. En algunos casos los mozos o encargados de los bares y restaurantes sí les llamaron la atención sobre el ofrecimiento a los clientes, pero la situación nunca ha llegado a mayores.
Divisamos promotores de sillas masajeadoras. Sobre las veredas de Boedo colocaron varias para que los vecinos puedan sentarse y probar los beneficios de estos productos. Las sillas las descienden de camionetas estacionadas sobre ambas manos de la avenida. En una recorrida vimos al menos tres rodados a la vez y cerca de una docena de promotores.
Este reordenamiento del espacio público se da a tres meses de iniciada la labor de la Policía de la Ciudad, cuya responsabilidad es del Gobierno de esta Capital Federal, tras un convenio firmado por el presidente de la Nación, Mauricio Macri, con el jefe de Gobierno local, Horacio Rodríguez Larreta.
A los pocos días de iniciada la labor de la fuerza local, se produjo del desalojo de los manteros de avenida Pueyrredón, en Once. Tras semanas de negociación, Ciudad se comprometió a habilitar espacios para que los manteros vendan mercadería, la cual debía estar regulada. No se iba a permitir la venta de películas pirateadas o ropa que viole la ley de marcas o se haya confeccionado con mano de obra esclava.
Rodríguez Larreta dijo que iban a reubicar a los puesteros en el Paseo Comercial del Once de Ecuador y Perón (que nació en principio para alojar a los manteros echados de avenida Avellaneda en Flores) y en un lote en La Rioja e Yrigoyen.
De esta última determinación surge que el Gobierno de la Ciudad, a través del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, va a alquilar, hasta diciembre de 2019, un edificio abandonado a metros de Plaza Miserere para que allí se instalen varios de los manteros desalojados. El Boletín Oficial porteño informa que el Poder Ejecutivo contrató la Locación Administrativa del inmueble ubicado en Hipólito Yrigoyen 2961, que tiene 663 metros cuadrados y está al lado de una terminal de micros.
El edificio se destinará “a la reubicación de ferias y mercados de expendio por razones de interés general que disponga la Dirección General Ferias de la Subsecretaría de Uso del Espacio Público (encabezada por Clara Muzzio)”, según los considerandos de la Resolución N.° 651/MAYEPGC/17, aparecida en el Boletín, lo que significa que servirá para montar un paseo de manteros debidamente registrados.
Por un acuerdo entre la agrupación Vendedores Libres, manteros independientes, y la Dirección de Ferias y Mercados de la Ciudad, cerca de 80 puesteros que asistían al Paseo Comercial del Once (desmontado para hacer una dependencia policial que remolca autos secuestrados en proceso judicial) serán mudados a mediados de abril a un galpón ubicado en Bulogne Sur Mer y Perón, frente a la estación ferroviaria Once del tren Sarmiento.
Se espera que en caso de tener buena respuesta por parte del público, aquellos puesteros sueltos que ofrecían mercadería en Boedo puedan trabajar en ambos paseos del Once.
Juan Castro
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