MERCEDES SIMONE – BOEDO NO OLVIDA
BOEDO NO OLVIDA
“LA DAMA DEL TANGO”. Continuamos con el ciclo, basado en comentarios breves sobre instituciones y personajes que transitaron por el barrio de Boedo. Hoy es el turno de MERCEDES SIMONE (30 de abril de 1904,Villa Elisa, Pcia.de Bs.As – 02 de octubre de 1990, CABA), homenajeada por la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo, la Academia Porteña del Lunfardo y la Academia Nacional del Tango, a través de una placa alusiva colocada en su último domicilio Boedo 960, CABA. (filete de Luis Zorz)
Sin las exaltaciones dramáticas de Azucena Maizani, ni los arrastres arrabaleros de Rosita Quiroga, ni los gorgoritos de Libertad Lamarque, apareció como una mezzosoprano de buena coloratura, afinada y de impecable dicción. Estas características, son las que permiten hoy escuchar sus interpretaciones sin que parezcan pura arqueología. Por el contrario, sus versiones de Yira, yira, Del suburbio, Muchacho o Cantando (tema que utilizaba como característica de sus presentaciones, acompañada ya sea por guitarras o por orquestas como la de Edgardo Donato) muestran una voz actual, vigente, sin arrebatos ni exclamaciones.
Dos ciudades bonaerenses están vinculadas a los comienzos de esta cancionista de tangos, tal vez la más perfecta de todas: una es La Plata, donde se radicó de niña (asistiendo a una escuela religiosa, donde comenzó a cantar canciones sacras con el coro escolar. También de niña, cantó para el arzobispo de La Plata, Monseñor Alberti). Al terminar la primaria estudió costura trabajando en el taller “La Francesita”. Luego pasa a desempeñarse en la imprenta “Benavidez” en calidad de encuadernadora donde conoció a su primer marido, el guitarrista Pablo Rodríguez, en 1923, de dicha unión nació Dortita Matilde-
La otra ciudad fue, Bahía Blanca, donde debutó acompañada a la guitarra por su cónyuge. Poco más tarde -12 de octubre de 1926- se presentó en el famoso café “Nacional”, de la calle Corrientes de Buenos Aires. Ahí comenzó su rutina de cafés y lugares nocturnos. En uno de ellos, el “Chantecler”, donde la acompañaban Rodríguez y Reynaldo Baudino, la descubrió Rosita Quiroga, que con gente de la Víctor, buscaba nuevos valores. De la mano de Rosita grabó, el 15 de diciembre de 1927, Estampa Rea, de Eduardo de Labar y Alfredo Navarrine, y El Morito, Oscar Roma y Eugenio Cárdenas. Son las primeras grabaciones en su carrera discográfica de cuarenta años (la postrera fue con la orquesta de Emilio Brameri).
En 1933 era ya primera figura y por eso se la convocó con las más rutilantes estrellas del tango para intervenir en la película Tango, donde interpretó Cantando, una creación propia que pronto se convirtió en un clásico del género, y la Milonga Sentimental, de Manzi y Piana, que había grabado el 4 de octubre de 1932 y que el 3 de febrero de 1933, cuando militaba en la compañía de revistas del “Maipo”, cantó en el teatro “Solís” de Montevideo, ocasión ésta en que el gran poeta Fernán Silva Valdés le suplicó: “Dígale a ese joven Piana, que usted me dice es el autor, que él es la milonga misma”.
La vida de Mercedes Simone es la de una estrella de la radio, a la que el cine fue esquivo. Intervino en los filmes Sombras porteñas (1936), La vuelta de Rocha (1937) y Ambición (1939), pero el mayor número de admiradores se lo conquistaron los micrófonos de las broadcastings y los teatros y lugares nocturnos de toda América, desde Tierra del Fuego hasta México. De sus actuaciones en Río de Janeiro trajo Favela, la hermosa canción de Joracy Camargo y Kekel Tavares, que grabó el 27 de junio de 1934. En México, donde en 1942 triunfó en “El Patio”, que cuatro años más tarde s7ería escenario de otro triunfo notable, el de Libertad Lamarque, cantó Noche de ronda, el famoso vals canción de Agustín Lara, que había grabado el 11 de mayo de 1937. También obtuvo éxitos singulares en Chile, Venezuela, Cuba, Colombia, y en la República Dominicana. De los años 1936 y 1937 son sus grandes creaciones discográficas: Háblame de amores, Mariú, India, Milagro, Milonga triste, y Será una noche.
Una enfermedad cruel, que sobrellevó con admirable entereza, la enmudeció prematuramente. El 17 de junio de 1969 la Academia Porteña del Lunfardo realizó en su honor una sesión pública. Era el reconocimiento a quien fue llamada con entera verdad “La dama del tango”.
La admiración que se profesaba a Azucena Maizani estaba hecha de cariño; la que se profesaba a Rosita Quiroga, de simpatía. A Mercedes Simone se la admiraba respetándola. Infundía respeto y, una admiración intelectual.
BIBLIOGRAFÍA: José Gobello. “Mujeres y Hombres que hicieron el Tango”. Ediciones Libertador, pág. 21.-Horacio Salas. “Tango” Ediciones B. pág. 262.
Ricardo Lopa
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