Los fantasmas de Caballito
Un barrio muy místico donde vecinos conforman entidades poéticas que salen en busca de fantasmas por las noches. El ombú y la Avenida Rivadavia convertidos en un refugió casa fantasmas.
Un barrio sencillo de clases media alta pero con una importan mística desconocida por varios.
Rodeada por una de las Avenidas más transitadas del país y la más grande del mundo, Caballito conserva su particularidad.
El ombú que por derecho de permanencia pertenece al barrio conserva secretos, magia e historias que marcan el barrio.
Lo cierto de todo esto es que en el barrio porteño de Caballito hay gente que cree en fantasmas, al menos como entidades poéticas, y hasta organiza visitas nocturnas para ir a buscarlos bajo el ombú del parque Rivadavia o en insospechados recovecos en las cordilleras de cemento que bordean la avenida homónima.
La singular expedición se realiza los primeros sábados de cada mes y suele convocar a una veintena de visitantes, generalmente de 50 años para arriba, con más curiosidad que espíritu de aventura.
Con fruición de escolares, se encolumnan tras el relato ameno y erudito de Marina Bussio y Héctor Núñez Castro, una pareja de coleccionistas de historias y leyendas que desde hace 15 años edita el mensuario Horizonte y nutre el acervo de la Junta de Estudios Históricos del barrio.
“Nuestra pasión es el barrio”, sostiene Héctor, como si hiciera falta después de haberse casado en el tranvía histórico de Caballito.
“Nos hemos propuesto que la gente conozca el barrio, porque no se puede querer lo que no se conoce”, dice Marina.
El barrio de Caballito se ubica en el centro de la Ciudad y quienes lo transitan lo disfrutan.
En su mayoría es un barrio de propietarios y no de tantos inquilinos.
Entre sus particularidades podemos mencionar que fue el obtuvo el primer tren (La Porteña), el primer subte (A), el primer colectivo (1) y, en el complejo El Hogar Obrero, el primer edificio inteligente y el primer supermercado porteño.
En Caballito estudiaron Juan Perón y Charly García, entrenaba el boxeador José Angel Firpo, Manal ensayaba y Severino di Giovanni se reunía en secreto con su amada América Scarfó, alumna del Normal 4.
El plato fuerte de las dos horas del paseo son sus historias de amores y tragedias, como la del genovés Nicolás Vila, que en 1821 compró una posta de carretas en lo que hoy es Rivadavia y Emilio Mitre, la transformó en pulpería y le puso la famosa veleta de latón con forma de caballito que sería referencia para la zona.
Así lo de los fantasmas es solo un accesorio más de la mística atmosfera que invade el barrio y atrapa a sus vecinos.
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