Las famosas criticas de Einstein a Buenos Aires
El famoso físico viajo a la región en 1925. Recorrio Buenos Aires. Montevideo y otras Ciudades de América Latina. Un icono de referencia a nivel mundial no muy satisfecho con Buenos Aires. Los detalles.
Quien supo alzarse con el nobel en física fue invitado a recorrer diferentes partes del mundo como personalidad influyente.
En 1925 llegó a Buenos Aires. Las cartas que le escribió a su familia forman parte de la colección que atesora la Universidad Hebrea de Jerusalén donde el físico alemán se refiere a su experiencia en este lado del continente.
Una genialidad de paso que a los 40 años ya ya había recibido el premio Nobel de Física por sus descubrimientos sobre el efecto fotoeléctrico (un paso fundamental en el camino hacia la mecánica cuántica) y hacía rato que había pergeñado la fórmula E=mc², la que poquísima gente entiende o puede explicar pero que todo el planeta conoce.
Albert Einstein era un judío mas, entretenido, alegre que siempre estaña de buen humor , no se peinaba y solía usar la misma ropa.
Un ícono reverenciado a nivel global, sus teorías científicas siguen presentes en muchísimos elementos de la vida cotidiana en la actualidad, su estatura teórica está asegurada por siglos.
Pero, además de sus trabajos científicos, Einstein dejó detrás un legado de miles de cartas y documentos, diarios de viaje y anotaciones, en muchos de los cuales se revela como un ser humano complejo, capaz de disfrutar los beneficios de la celebridad pero también de ponerse de mal humor ante la presencia de extraños y de realizar comentarios que hoy son considerados fuertemente racistas o xenófobos.
Sin embargo tenía muy en claro que la observación era fuerte y sus opiniones marcadas sobre algunas culturales se hicieron eco por siglos.
En 1922 estivo en Asia y Medio Oriente. Allí describió a los chinos como un pueblo “trabajador, sucio, obtuso”. No muy políticamente correcto…
En 1925 le tocó el turno a América Latina y tampoco ahondo en críticas hacia
Argentina, Uruguay y Brasil.
En su primera impresión de Brasil, Einstein comentó que “todo vive y prospera, por así decirlo, frente a nuestros propios ojos”, según se lee en las páginas de los diarios publicadas en alemán y en traducción al inglés por la Universidad de Princeton.
“La mezcla de gentes en las calles no tiene precio”, continuaba el científico, quien vio en Rio “portugueses, indios, negros, con todos los matices posibles en el medio”.
En la parada del buque en la ciudad brasileña vivió “una experiencia maravillosa, una abundancia indescriptible de impresiones en pocas horas”.
Luego, la escala en Montevideo “al mediodía”, adonde lo recibieron “periodistas y otros judíos de distintos tipos”, entre ellos un tal Nierenstein, secretario de la universidad local. Nierenstein, escribió, “es una persona resignada, buena, pero los otros son más o menos sórdidos”.
En su paso por Buenos Aires el científico admitía: “una ciudad confortable y aburrida” con “gente delicada, mirada inocente, graciosa pero ‘clichéd’.
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