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La vida de los mercados, el día a día de las ferias

La vida de los mercados, el día a día de las ferias

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La puesta en escena de las Ferias llevan muchas previas detrás generalmente desconocidas para los asiduos compradores. Un recorrido por el detrás de telón que todo porteño debe saber.

Existen en la Ciudad de Buenos Aires varios puestos barriales de Ferias donde las personas acceden a verduras frescas y comestibles por debajo del precio que encontramos en las góndolas de los supermercados.

El Mercado Central del barrio porteño de La Matanza continúa siendo uno de los más populares y concurridos de la Ciudad.

El mismo abre sus puertas a las 7 de la mañana al público en general mientras que los puesteros comienzan una hora antes el acomodamiento de las mercaderías y el despliegue de las ofertas del día.

Para comodidad de los vecinos existen unas 27 ferias Itinerantes de Abastecimiento Barrial que recorren las 15 comunas porteñas.

De martes a sábados de 8 a 14hs los feriantes tienen establecidos sus lugares y puestos.

Los domingos son los días donde más se concentra la venta pero ellos no están obligados a trabajar ese día. Sin embargo muchos deciden hacerlo debido a la gran cantidad de personas que se acercan a los puestos ese día.

Según los datos manejados por el Ministerio de Ambientes y Espacios  Públicos Porteño acuden entresemana por día unas 250 personas y los fines de semana alrededor de 1000.

Generalmente la clientela de las ferias de abastecimiento es fija. Desde las 8 de la mañana comienzan a aparecer los primeros clientes con cierto aire de confianza con los feriantes.

¨Compran por cantidad  y generalmente lo hacen para revender, mientras que un grupo de personas fijas también compra para sus familias numerosas¨ relato Carlos.

La  mayoría de los feriantes lleva tiempo en el rubro. A las 14 finaliza la venta al público, pero el día laboral aún no termina para los feriantes. Es hora de “levantar” el puesto y poner en orden el espacio, algo que lleva largos minutos.

La rutina de los feriantes no es sencilla. Trabajan arduamente en el control de la mercadería y la puesta en escena. Generalmente repiten la misma rutina todos los días.

“Somos un grupo muy organizado. Cada uno sabe qué hacer”, destaca Cuba, encargado de uno de los puestos mientras con normalidad nos cuenta que un día de semana “normal” llegan a atender a unas 300 personas. “Hay clientes que nos persiguen. Van al barrio donde nos toca estar”, dice entre risas.

 

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