En 1920 llega al puerto de Marsella el paquebote “Garona” procedente de Buenos Aires y trayendo a bordo, entre numerosos pasajeros, a Manuel Pizarro y a Genaro Expósito, ambos argentinos y músicos bandoneonistas. Habían sido contratos por la empresa artística de Lombard para actuar en un cabaret de Marsella denominado “Tabarín”
Al tiempo, Pizarro disconforme, resuelve el contrato y marcha a París, su compañero, Expósito, queda en Marsella. En la ciudad luz, Pizarro traba amistad con un caballero de la elite porteña que andaba por Francia, Vicente Madero. Éste lo relaciona con el dueño del cabaret “Princesse”. Volterra, tal el nombre del titular, que decide tomarle una prueba. Ante el hecho, Pizarro, forma una orquesta, llamando a Expósito que había quedado en Marsella. El éxito fue tan grande, que, de común acuerdo con el dueño, decidieron darle un nombre más porteño al cabaret, llamándose desde ahora “El Garrón”
Lo de Pizarro y Expósito, fue el puntapié inicial del Tango en París. A partir de ellos otros tangueros se animaron a la conquista de la gran ciudad.
A principios de 1925, el tango había desalojado la mayoría de los otros ritmos. La palabra tango estaba de moda: “Thé-tangó”, “Champán-tangó”, era el germen de nuestra música
Atraído por el éxito llega a París con su conjunto un violinista argentino llamado Eduardo Bianco, integrándose a la orquesta de Pizarro. Bianco, de carácter especial, al año se desvincula de Pizarro y forma su propia orquesta. Lo primero que hace es ponerse en contacto con un badoneonista llamado Juan Bautista Deambroggio – Bachicha, para sus colegas-, que se hallaba actuando en Madrid, para que se embarcara lo antes posible a París donde ya tenía una actuación para inaugurar un cabaret denominado “Palermo”, ubicado en la planta baja de “El Garrón”
Ese mismo año arriba a París entre las huestes del “Circo Sarrrasani”, un joven guitarrista, Horacio Pettorossi era su nombre.
No bien pisó París y sabiendo que sus colegas actuaban con éxito, se puso en contacto con Bianco quien lo ubicó en su orquesta.
Al año de hallarse Pettorosssi actuando en la orquesta de Bianco-Bachicha, realizó con el segundo de ellos un negocio no muy recomendable para los autores. El joven guitarrista era un inspirado autor de tango y una madrugada cuando ya se habían retirado los habitúes y el “Palermo” comenzaba a levantar las mesas y a cerrar sus puertas, esperó a que terminaran sus compañeros de orquesta de enfundar sus instrumentos hasta emprender la retirada, le propuso al bueno de Bachicha que le escuchara un tango recientemente compuesto por él. Bachicha extenuado por las horas de tarea complaciéndole el deseo se dispuso a escucharlo.
El autor comenzó a hacerle escuchar en su guitarra un tema de inspirada línea melódica que despertó sincera admiración en su oyente. El terminar de ejecutarlo Pettorssi le preguntó:
– Qué te pareció…
– Muy inspirado. Te felicito… – respondió Bachicha dándole a entender con un enorme bostezo que era hora de irse a dormir.
Pettorossi le respondió a boca de jarro:
– 1000 francos…
– ¿Que cosa…? – preguntó sorprendido Bachicha.
– Te lo vendo… Esta noche o nunca… – dijo sonriendo el guitarrista.
Bachicha creyendo sacar de un imperioso apuro al bohemio extrajo los mil francos y sin darle mayor importancia al préstamo se lo ofreció gentilmente, pero el guitarrista sabiendo que no era de los que tenían buena memora para saldar deudas, desistió del ofrecimiento y repitió inflexible:
– Nada de deuda…Vengan los 1000…
Mediante es suma la obra “Bandoneón arrabalero” – tal era su título- cambió de dueño. Operación cumplida.
Hallándose Pascual Contursi, el inspirado vate, de paso por París, Bachicha le hizo adaptar los versos y el tango fue mandado a imprimir.
Agreguemos que Pettorossi, para producir dinero inmediato, acostumbró muchas veces a realizar estas clases de operaciones con muchas de sus obras que a la postre resultaban infalibles éxitos.
Bibliografía: Enrique Cadícamo. “La Historia del Tango en París” pág.53 y sig. Ed.Corregidor. 1975
Ricardo Lopa
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