INICIO GASTRONOMIA Cinco restaurantes con identidad propia fuera de los circuitos gastronómicos tradicionales de Buenos Aires
Cinco restaurantes con identidad propia fuera de los circuitos gastronómicos tradicionales de Buenos Aires

Cinco restaurantes con identidad propia fuera de los circuitos gastronómicos tradicionales de Buenos Aires

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En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la oferta gastronómica es vasta y en constante evolución. Si bien barrios como Palermo, Chacarita o Villa Crespo concentran una gran cantidad de propuestas, existen restaurantes que, alejados de estos polos, lograron consolidarse como destinos imprescindibles para los amantes de la buena cocina. Desde La Paternal hasta Boedo, cinco espacios que atraen comensales con identidad, creatividad y una fuerte apuesta por la calidad.

Uno de ellos es MN Santa Inés, ubicado en La Paternal. Este restaurante se convirtió en un referente gracias a su cocina casera con influencias de distintas partes del mundo. Jazmín Marturet, dueña y creadora del proyecto, asegura que el barrio fue una casualidad, pero confiaba plenamente en su propuesta. “No sabía cómo iba a venir la gente hasta acá, pero tenía mucha confianza en que lo que yo cocino está bueno y que lo van a disfrutar”. La variedad del menú es una de sus características más destacadas: se pueden encontrar platos que van desde un Khao Soi, una sopa tailandesa de fideos con curry y coco, hasta un goulash con spaetzle o un pollo frito.

En tanto, en el barrio de Santa Rita se encuentra Lunfardo, un espacio que rinde homenaje a la pizza porteña y a la cultura gastronómica de la calle Corrientes. Kenya Amado y Alejo Benítez, sus creadores, encontraron el local casi por azar y decidieron apostar por un monoproducto que reflejara la identidad de Buenos Aires. “Había que mantener dos alquileres, entonces pensamos en un monoproducto, y así surgió la idea de la pizza. Además, ¿a quién no le gusta la pizza?”, explica Amado. La especialidad de la casa es la fugazzeta de cuatro quesos, acompañada por empanadas creadas en colaboración con Ña Serapia.

Por su parte, Raíx, en Villa Devoto, representa la fusión de la cocina argentina con influencias latinoamericanas en un espacio con historia. Hernán Sondereguer, junto a Flor Álvarez y Julián Díaz, transformaron una antigua panadería centenaria en un restaurante de 400 metros cuadrados que funciona como cooperativa. “Siempre buscamos la periferia, no queríamos ser uno más en los barrios de moda, llegó esta oportunidad y no la soltamos”, relata Sondereguer. La ambientación conserva elementos originales del antiguo local, como la amasadora y los hornos de 40 metros cuadrados, mientras que el menú destaca por sus bocadillos artesanales y una carta en constante evolución.

En Boedo, Carmen se posicionó como un secreto bien guardado entre quienes buscan comida de calidad en un ambiente familiar. El proyecto, dirigido por Matías Daquino y su hermano Joel, nació en la casa de su tía Carmen, dando vida a un restaurante que prioriza ingredientes de primera calidad. “Mati arma la carta buscando que lo que comas en Carmen sea algo que no podés comer en cualquier lado”, comenta Joel. Su sánguche de pastrón ahumado es una de las estrellas del menú, aunque también destacan sus platos asiáticos y su tortilla española.

Finalmente, en Villa Luro se esconde Casa Frontera, un restaurante a puertas cerradas que propone una experiencia íntima con marcada influencia española. Pablo Vergani, su creador, define el concepto como “el único puertas cerradas que funciona como un restaurante”. Para él, estar en Villa Luro representa un reto y una oportunidad: “Eso le sube la dificultad y es nuestra responsabilidad estar a la altura de quienes eligen venir hasta acá”. La cocina es completamente artesanal, desde la manteca hasta los arroces, que se cocinan en el momento sin atajos. “No buscamos diferenciarnos, queremos hacer comidas típicas pero a la perfección y sin tomar atajos”, enfatiza Vergani.

Estos cinco restaurantes demuestran que la gastronomía en la Ciudad no se limita a los barrios más concurridos. Con propuestas innovadoras, sabores auténticos y una fuerte identidad, lograron consolidarse como destinos gastronómicos que justifican el viaje fuera del circuito tradicional. Así, en cada rincón porteño, la cocina sigue reinventándose y sorprendiendo.

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