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Avanza la reforma educativa en CABA con el programa Secundaria Aprende

Avanza la reforma educativa en CABA con el programa Secundaria Aprende

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La Ciudad Autónoma de Buenos Aires puso en marcha la implementación de Secundaria Aprende, un programa que busca transformar el nivel medio con un enfoque en el aprendizaje autónomo y la integración de los estudiantes en su proceso educativo. En una primera etapa, 33 escuelas pioneras adoptarán el modelo antes de su expansión total en 2027.

La educación secundaria en la Ciudad presentaba indicadores preocupantes: solo tres de cada diez alumnos finalizan el ciclo en tiempo y forma, mientras que cuatro de cada diez no alcanzaban los niveles esperados en Lengua, cifra que ascendía a seis en Matemática. Además, el ausentismo era significativo, con un 32% de los estudiantes faltando al menos dos veces cada diez días, y un promedio de cuatro materias previas por alumno. Frente a este panorama, el Ministerio de Educación porteño decidió impulsar una reforma estructural del nivel medio.

En este sentido, Secundaria Aprende busca modificar la organización institucional, la enseñanza y el acompañamiento de los alumnos a lo largo de su trayectoria escolar. Según explicó Oscar Ghillione, subsecretario de Planeamiento e Innovación Educativa de la Ciudad, la clave fue involucrar a las instituciones desde el inicio del proceso: “Era clave que las escuelas se sintieran parte desde el principio para co-construir Secundaria Aprende”. La experiencia piloto comenzó con 33 escuelas, tanto de gestión pública como privada, con el objetivo de recoger métricas y aprendizajes antes de la implementación total en 2027.

El plan de este año se basa en tres ejes centrales. En primer lugar, la elaboración y presentación de documentos normativos y orientativos, que permitirán a cada institución proyectar su propia transformación a través del denominado “Proyecto Escuela”. En segundo término, la formación docente, con talleres y espacios colaborativos donde los educadores experimentan las prácticas que luego aplicarán en las aulas. Finalmente, el tercer eje es el acompañamiento territorial, garantizando que el proceso de cambio sea sostenido y no se reduzca a la entrega de un manual de instrucciones. “No es que dejamos un manual y volvemos a fin de año, estamos ahí para sostener el proceso”, aseguró Ghillione.

El programa también busca transformar el rol de los docentes y directivos. Si bien sus responsabilidades no cambiarán, sí lo hará su dinámica de trabajo. Se apunta a que los profesores tengan más horas en la institución, generando un mayor sentido de pertenencia y permitiendo el desarrollo de proyectos interdisciplinares. Además, la planificación escolar se flexibilizará, dejando atrás el esquema rígido de horarios y materias fijas. “Los espacios de enseñanza y aprendizaje no serán los tradicionales, con horarios y días fijos para cada materia. Al generar otro tipo de flujo entre estudiantes y docentes, se le devuelve al director y a su equipo la posibilidad de ejercer su autonomía en la planificación”, detalló Ghillione.

La autonomía progresiva de los estudiantes es otro de los pilares de la reforma. En lugar de basarse en horarios estrictos, se fomentará una cultura de aprendizaje donde los límites y reglas sean redefinidos en función de la participación y la motivación intrínseca de los jóvenes. En este punto, Ghillione subrayó que la intención no es eliminar normas, sino reconfigurarlas para adaptarlas a una nueva lógica institucional: “Hoy en la escuela los límites están marcados por el timbre, la pared, una clase de 40 minutos. Si reconfigurás eso, te encontrás con otras reglas que deben trabajarse con los estudiantes, los docentes y toda la comunidad”.

Por otra parte, el programa también introduce modificaciones en el régimen académico. Hasta ahora, los alumnos podían avanzar de año incluso con materias previas. Con la nueva estructura, no podrán cursar el nivel siguiente de una materia sin haber aprobado la anterior. “Nuestro trabajo fue entender cómo asegurarnos de que todos los chicos aprendan lo que tienen que aprender. Y encontramos que eso tiene que ver con la planificación de los distintos espacios curriculares desde el punto de vista del docente y con los materiales y el acompañamiento que el ministerio ofrece”, explicó Ghillione.

El proceso de transformación comenzó hace un año con el diagnóstico y la selección de las escuelas piloto. Desde entonces, se realizaron encuentros con directivos y docentes para afianzar el modelo y ajustar su implementación. “Hay dos formas de hacer política: una es la que baja línea, que típicamente es muy resistida. Nosotros propusimos construir esto juntos”, señaló el funcionario. Si bien reconoció que toda reforma genera dudas y resistencia, destacó la importancia de la transparencia y la construcción de confianza en el proceso: “Cuando hicimos la evaluación del año, la gente valoró mucho ese proceso de construcción de confianza. Para mí, las reformas políticas son reformas de confianza”.

En cuanto a la recepción de los docentes, Ghillione sostuvo que la mayoría de los profesores mostraron entusiasmo por la reforma. “Primero, porque fue voluntario. Al principio a nivel institucional, y después hablamos con cada profe y les ofrecimos concentrar sus horas en la escuela. Un docente quiere que sus propuestas sean valoradas, que los chicos se enganchen, que los aprendizajes se den. Nadie quiere que un chico se quede atrás”, afirmó.

La implementación de Secundaria Aprende marcará un punto de inflexión en la educación porteña. Con una estructura más flexible, un mayor compromiso docente y una nueva cultura de aprendizaje, el programa busca mejorar los índices de egreso y aprendizaje en la educación secundaria. En tanto, el desafío será consolidar el modelo en las 33 escuelas piloto y garantizar que la expansión a todas las secundarias de la Ciudad en 2027 se concrete con éxito.

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