José González Castillo, poeta del tango
En 1936 nace el Periódico “BOEDO”
Con la dirección y propiedad de Don Pablo P. Gianotti , esta publicación a lo largo de los 20 años, aproximadamente en que se publicó, contó con la pluma de reconocidos escritores, mucho de ellos con profundas raíces en el barrio
En esta oportunidad queremos reeditar una nota que Carmelo Volpe, dedicara a Don José González Castillo, y que se publicara el 30 de septiembre de 1942, en el número 136 del 4° año de publicación .
“Recordar a José González Castillo es sentir una congoja en el corazón y una tristeza grande en el alma. Poeta del tango, captó como ninguno y como sólo él sabía hacerlo, los aguafuertes del suburbio para volcarlos luego, hecho poesía, en las paralelas musicales del verso…
Como Carriego, fue humano y sincero en sus concepciones y, como él también, se dio entero en la emoción del verso.
Bohemio impenitente. Trotamundos. Tenía la cordialidad y sencillez en los espíritus grandes y selectos…Era amigo de todos los artistas del mundo. En su Pacha Camac de Boedo , que él fundara con ese espíritu de sacrificio suyo y esa fina penetración de artista que poseía, se dieron cita sabios, filósofos y poetas que dejaron, cada cual, y para las juventudes que él orientaba, algo de lo íntimo de sus corazones. En la Universidad Popular de Boedo, de la que fuera presidente, volcó también sus entusiasmos y energías marcando senderos de luz…
Su voz cálida y sincera aún resuena en sus aulas y patios… Es que sabía decir lo que sentía, llegando siempre al alma de las cosas y de los seres. Por eso, su figura franca y recia no se ha de borrar jamás de su barrio querido que tanto le debe.
La música popular se enalteció con González Castillo, y con él, llegó más hondo al corazón del pueblo. Con Catulo su hijo, y otros, escribió memorables páginas que marcan verdaderos rumbos. “Organito de la tarde”; “Griseta”; “Sobre el pucho”; “Silbando” y “El aguacero”, son obras difíciles de superar.
Todas sus obras dicen “algo”, y todas tienen ese tinte peculiar que supo darles. Y es que González Castillo amaba el arte por el arte mismo. Por él vivía y a él se entregaba. Por eso sus obras de teatro “Dios”; “1810”; “Acquaforte”; “Loa invertidos”; “La mujer de Ulises”; “La mala reputación”; etc. perdurarán. Por eso sus versos marcarán rumbos a nuevas generaciones. Es que José González Castillo era un corazón. Pero un corazón grande, que sabía recoger todos los matices de la vida para trocarlos luego en un torrente de armonías…
Sus versos son tristes. Profundos. Sinceros. Ningún acento falso hay en ellos.
En “Griseta”, vivimos pasajes líricos de nuestra juventud, “Escenas de la vida bohemia”. Mujer …”Mezcla rara de Museta y de Mimí, con caricias de Rodolfo y de Shaunard, era la flor de París que un sueño de novela trajo al arrabal” y luego, más adelante la reflexión y la pena del que quiere soñar…”Quien diría que tu poema de Griseta, sólo una estrofa tendría: la silenciosa agonía de Margarita Gauthier”; en “Silbando” vemos a González Castillo sentimental siempre y observador profundo y emocional: “Una calle en Barracas al Sur. Una noche de verano, cuando el cielo es más azul y más dulzón el canto del barco italiano…” Luego: “Con su liz mortecina un farol en la sombra parpadea, y en un zaguán un galán hablando con su amor”…”
Castillo tenía como pocos, la facultad de llegar a las masas del pueblo con un estilo sencillo propio. Sus pinceladas son firmes y recias. No hay rebuscamiento en sus figuras. Todo es como debe ser. Captaba el detalle revelador… El matiz que identifica…La palabra que llega al alma como una bofetada…El ensueño que entibia el corazón… Y su alma de poeta lo amalgamaba todo, lo transformaba luego, y nos lo daba hecho poesía…
Buceador de las almas. Psicólogo profundo. Captaba todo el sentir del alma humana. Así fue que surgieron de su pluma obras que enaltecen al teatro nacional y a nuestra canción vernácula.
“Sobre el pucho”, es otra obra suya que marcó en su época un gran suceso: “Un callejón de Pompeya y un farolito plateando el fango y allí un malevo que fuma y un organito moliendo un tango…” Luego yendo a lo sentimental del tema “Pero tu inconstancia loca me arrebató de tu boca como un pucho que se tira, cuando ya ni calor ni aroma da…”
En “El aguacero” Castillo se adentra a la naturaleza y canta “Como si fuera renegando del destino de trazar leguas y leguas sobre la triste extensión, va la carreta rechinando en el camino, cual si fuera abrirse al paso de us blanco cascarón. Cuando chilla la osamenta, señal que viene tormenta. Un soplo fresco va rizando los potreros y hacen bulla los horneros anunciando el chaparrón…”
José González Castillo : En cada esquina de cada barrio porteño, algún cantor perpetúa tus versos. En tu barrio de Boedo que tanto quisiste, siempre estará latente tu figura cordial y amiga. Los que te conocieron de muchachos, te recuerdan de mozos. Todos te queremos y te recordamos. Loe que algo te debemos, con la tristeza de la deuda impaga… Y con el dolor de tu premura partida los otros.
Como socio de SADAIC, mi homenaje al autor poeta del tango. Como hijo de Boedo, mi recuerdo al maestro querido.
CARMELO VOLPE para el periódico “BOEDO” (1942)
Alicia Rodríguez
(525)