HISTORIA DEL TEATRO LÍRICO EN BUENOS AIRES LA ÓPERA ITALIANA EN EL TEATRO COLÓN
ESPECIAL para NUEVO CICLO
Primera entrega
Hoy comenzaremos una serie de artículos donde abordaremos, en un repaso de autores, obras e intérpretes, un trabajo con una visión panorámica aunque no exhaustiva dado su carácter de divulgación.
Comenzaremos por la ópera italiana y en este caso específicamente, en el Teatro Colón de la calle Libertad, la sala que se equipara a los más grandes teatros líricos del mundo al nivel del alla Scala de Milán, a la Opera de Viena, la de París, al Covent Garden de Londres y el Metropolitan de New York.
Mencionemos como dato histórico de referencia que la primera ópera representada en nuestra ciudad fue El Barbero de Sevilla de Gioacchino Rossini en el viejo Coliseo Provisional de la calle Reconquista y que la conducción de la orquesta esa noche estuvo a cargo del director del teatro: Blas Parera. ¿Les suena? Sí, el compositor de nuestro Himno Nacional.
Tendríamos que iniciar la recorrida diciendo que en la inauguración del teatro en 1908 se representó la ópera Aída de Giuseppe Verdi; en un relevamiento somero podemos decir que de ahí en más la mitad de las producciones estrenadas en esta sala hasta el presente, han sido obras italianas seguidas en orden decreciente por obras francesas, alemanas, argentinas, rusas, españolas, checas, húngaras, inglesas y en general latinoamericanas. En el año 1908 también se montaron I Pagliacci de Leoncavallo, Paolo y Francesca de Mancinelli. Luego subieron La Gioconda de Ponchelli, Madama Buterfly y Tosca de Puccini, El Barbero de Sevilla de Rossini y Otello, Rigoletto y Il Trovatore de Verdi.
En este balance, inútil resulta aclararlo, como en todos los teatros líricos del mundo dentro de este repertorio Giuseppe Verdi y Giacomo Puccini son los compositores más representados. Dentro de la producción del primero la que más ha subido a escena ha sido Aída, seguida por Rigoletto, La Traviata, Nabucco, Il Trovatore, Un Ballo in Maschera, Otello (en verdad esta ópera debió subir a escena el día de la inauguración del teatro en lugar de Aída, pero la enfermedad del tenor Antonio Paoli hizo posponer el estreno). También se representaron Macbeth y Falstaff (la última compuesta por el gran trovador operístico italiano) también se representaron La Battaglia di Legnano , Simón Boccanegra, Oberto Conte di San Bonifacio, La Forza del Destino, I Lombardi alla Prima Crociata , Ernani, I due Foscari entre otras.
No olvidemos que la mayoría de estas composiciones se habían estrenado en teatros de Buenos aires como el viejo Teatro Colón de la Plaza de Mayo, la Ópera de la calle Corrientes y el Teatro Coliseo de la entonces calle Charcas durante el siglo diecinueve y principios del siglo veinte.
No hay que olvidar que en temporadas brillantes, como la del año 1909, en que llegó a dirigir la orquesta el maestro Arturo Toscanini, quedaron en la memoria de los argentinos; podemos citar a los tenores Beniamino Gigli, Enrico Caruso, Tito Schipa, al barítono Titta Ruffo. Lo que queremos decir es que la excelencia de las representaciones se debían en gran parte a los más experimentados y talentosos cantantes y directores de orquesta, que en algunos casos las estrenaban en Italia y la representaban en Buenos Aires. No podemos dejar de citar a las memorables presentaciones de la gran soprano Claudia Muzio animadora de varias presentaciones de nuestro Primer Coliseo.
Para terminar esta primera aproximación citaremos una nota de color. Pietro Mascagni el compositor de Cavallería Rusticana vino a dirigir en 1911 obras sinfónicas, para ese momento ya su famosa composición, sinónimo de ópera en todo el mundo, se había estrenado en este teatro en 1909; en años posteriores volvió para presentar sus nuevas composiciones. Cuenta en sus memorias el maestro Julio De Caro que después de ensayar con el elenco del Colón, Mascagni solía ir a escuchar a su orquesta de tango al teatro Select Lavalle.
No lo fatigo más, seguimos en la próxima querido lector.
ALBERTO DI NARDO
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