El aumento de los lectores jóvenes es evidente. Esto representa una buena señal para las editoriales infanto juveniles que basan su sustento en las nuevas generaciones. Los detalles.
Según un reciente informe de la Cara Industrial del libro, la Literatura Infantil y juvenil mueve más de $11000 millones de libros al año. Estos datos desafían a la crisis económica, a la baja de muchas industrias en nuestro país.
Si bien es verdad que la crisis nacional afecto varios sectores y representó una caída también en el mercado editorial, la preferencia de los jóvenes en el sistema aumento considerablemente.
Al parecer las nuevas generaciones de jóvenes de entre 17 y 35 años tuvieron un mayor incentivo en la niñez.
Los expertos entienden que a mayor incentivo desde temprana edad en la lectura mayor probabilidades de que el niño tenga como hobby la lectura.
Los jóvenes de esa franja hectárea pertenecen a una generación de padres con estudios en su mayoría finalizados cuyos hogares otorgaban una gran importancia a la lectura.
Son esos los jóvenes que hoy sostienen la industria editorial argentina y la hacen progresar.
Los psicólogos advierten que el encuentro con los primeros libros representa uno de los primeros amores del niño y marca la tendencia, y el gusto posterior por el género de los mismos.
El segmento de producciones dedicadas a jóvenes de hasta 18 años parece ser el que mas crecimiento ha demostrado en los últimos años.
Los informes respecto al mismo marcan una tendencia de aumento de hasta 15% en los libros destinados a este género.
El mercado privado del libro en la Argentina está valuado en $ 8000 millones anuales,
equivalentes a 38,7 millones de ejemplares vendidos durante 2016. Estas cifras representan
una caída total de ventas de libros del 25% en ejemplares respecto del año anterior. Los
datos corresponden al Libro Blanco, un informe anual que refleja la situación actual de la
industria editorial, elaborado por un equipo formado por editores de la Cámara Argentina
de Publicaciones y la consultora Promage. Entre los principales motivos de esta merma
figuran la caída de ventas al sector público (en 2016 no hubo compras de literatura infantil
para aulas y bibliotecas, a diferencia de lo sucedido durante la última década) y una
coyuntura marcada por “la caída en la producción y una dificultad de desarrollo en los
mercados externos por los altos costos de impresión del libro argentino” (el peso del IVA
en toda la cadena de producción y comercialización del libro se suma a una competencia
cada vez más fuerte por parte de los grandes grupos globales, que lleva a muchas editoriales
a imprimir en China o Corea).
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