Gardel, el eterno tanguista
Hay un antes y un después de Carlos Gardel. El tango no era más que un revoltijo de ritmos y voces que no se terminaban de cristalizar ni de tomar forma definitiva.
Con la llegada de Gardel a la música el tango tomo forma y se convirtió en un clásico particular.
Corría el verano de 1917.Un 3 de enero Carlos, el Morocho del Abasto lo estrenaba por primera vez en el teatro Esmeralda hoy conocido como Maipó.
El éxito no tardó en llegar. El ritmo, la musicalidad y la letra se viralizó entre los porteños de la época.
Mi noche triste fue el primer tango de Gardel con mayor popularidad de la historia del tango nacional.
La música la puso Samuel Castriota y la letra correspondía a Pascual Contursi.
La combinación de todos estos elementos sumados a la voz y Carlitos hicieron posible la magia extensiva del tango.
Un músico y un poeta que jamás se habían cruzado y un cantante nacido en Charles Romualdo Gardes, Ciudad Francesa lograron semejante química que trascendió varias generaciones dejando un legado importantísimo en cuestión de género musical.
El tango hasta ese entonces no era más que un género amorfo, inacabado, un sinfín de combinaciones sin ninguna delimitación específica.
El pianista que paso a la historia ese 3 de enero de 1917, un año antes solía actuar en el café El protegido en el barrio de Boedo. Allí interpretó Lita, de su autoría.
Mientras tanto Pascual Contursi, el poeta argentino radicado en Uruguay,cantaba en los cabaret a la gorra.
La experiencia de los tres hizo posible la combinación perfecta para darle forma, vida y delimitación al género.
Mi noche triste condensa la totalidad de los elementos que caracterizan el tango: ese aire grave, cadencioso y dramático que todavía lo distingue y una línea argumental que alimentó el género durante más de treinta años: el triste monólogo del hombre que lamenta el abandono de la mujer amada.
La innovación además consistió en la utilización de voces lunfardas como percanta, amurar, encurdelarse, cotorro, caterra etc.…
Sin embargo y a pesar de ésta innovación el contexto poético caballeresco y respetuoso hacia la dama jamás quedo de lado.
Esa inclusión suma fuerza y expresividad a un sentimiento del mundo que durante décadas irían a compartir varias generaciones de rioplatenses: la invencible nostalgia del paraíso perdido.
(1617)