La tradicional esquina “Gran Sur”, ubicada en el límite de los barrios de Boedo, Parque Patricios y Nueva Pompeya, que en otros tiempos fue punto de encuentro de grandes referentes del tango y poesía de Boedo, como Julián Centeya y Homero Manzi, abre nuevamente sus puertas convertida, esta vez, en una Casa Cultural pensada como un espacio de encuentro social e intercambio del y para el barrio.
Nombrada “Esquina Julián Centeya” en reconocimiento al fuerte vínculo que el poeta italiano tenía con el barrio y, en particular, con el entonces conocido café “La Puñalada” -que con el correr de los años devino en “Gran Sur”-, se encuentra históricamente ligada no sólo al tango y a la poesía, sino también a la tradición futbolera, ya que constituía un lugar de enfrentamiento entre las hinchadas de Huracán y San Lorenzo.
Todavía revocando su futuro, pero con mucho color dentro y fuera, el Gran Sur festejó su inauguración en el mes de septiembre, en el marco de un festival que llenó de alegría al barrio. Acompañados por artistas y otros colectivos dedicados a la cultura como La Minga, fueron anfitriones de una auténtica fiesta a puertas abiertas donde hubo clases de tango, feria de ropa, murga y teatro. Participaron familias enteras, con juegos y merienda para los más chicos y por sobre todo, mucha ilusión.
Lo cierto es que detrás del festival apertura, hay muchos meses de trabajo, ideas y voluntad. Allí están los miembros de la Corriente Popular Juana Azurduy, que iniciaron el año pasado la búsqueda de un lugar donde construir el proyecto comunitario que ya tenía una experiencia previa en la Casa Andariega, espacio de la misma corriente que funciona actualmente en la villa 21-24.
Muchos de ellos son vecinos del barrio que imaginaron en aquella esquina en alquiler, el lugar donde todas esas ideas podían cobrar vida. “Buscábamos un lugar que sea en el sur de la ciudad. Un barrio popular, donde haya vecinos trabajadores y una realidad que transformar” cuenta Firu, uno de los integrantes del colectivo que lleva adelante el Gran Sur. Junto a Marie y Sofi, dos de sus compañeras, cuentan que de a poco, la imaginación dio paso a la realidad y surgió la posibilidad de alquilar el lugar. La dueña había decidido ponerlo en venta, pero con insistencia, lograron convencerla y fue así como en diciembre del año pasado comenzaron, en entre todos, las refacciones para poner el lugar en condiciones
A puertas abiertas
“La forma de conocer el barrio es habitarlo, estar. El barrio se te va metiendo” agrega Firu, mientras comparte un mate. Lo cierto es que los vecinos estuvieron presentes desde los inicios de la obra. Al ver que la esquina reabría, se acercaban con curiosidad a preguntar qué estaba ocurriendo y en muchos casos, cpn ganas de compartir anécdotas e historias de lo que alguna vez fue el Gran Sur.
Con fuertes bases en la educación popular, el proyecto territorial que encamina la casa cultural Gran Sur, integrado al colectivo de organizaciones que participan en la Red de Cultura de Boedo, tiene como horizonte la infancia y el trabajo digno, el debate sobre la cuestión de género y el arte, siempre conducidos por el principio de construir un espacio habitado, abierto y en constante diálogo con el barrio. Desde su llegada, procuraron conocer no sólo la historia y la importancia que la tradicional esquina tuvo para Boedo, sino también, conocer cómo era su entorno, las instituciones y las diferentes realidades que se viven. Sofía, que participa en el área de trabajo y cooperativas del Gran Sur, cuenta que alquilaron el espacio sabiendo que había cerca una escuela y un edificio recuperado. “Apuntamos a eso, a buscar esos lugares donde hubiera necesidad y donde podamos trabajar”, explica.
En la casa cultural, funciona cuatro días a la semana el Espacio de Niñez, según cuentan los chicos, uno de los más fortalecidos hasta el momento. Siendo una de las demandas más latentes en el barrio, sumado a la cercanía con el edificio donde viven muchas familias, los primeros talleres en surgir fueron los de apoyo escolar. Con el tiempo se fue configurando y hoy también funciona los días lunes el “Espacio para Pibes”, donde se produce una instancia de reflexión con los chicos para conocer cuáles son su intereses y qué es lo que prefieren; un taller de murga los jueves y otro taller de arte los días viernes.
Además, dentro de esta casa cultural también se puso en marcha el taller de género, actividad fuertemente vinculada al Espacio de Niñez. Desde el Gran Sur, tomaron noción de que al momento de constituir un espacio donde las mujeres pudieran conversar y discutir cuestiones relacionadas con la violencia de género, a partir de la realización de diversas tareas, se presentaba una situación: qué hacer con los chicos. Así fue que nacieron los talleres para niños, los cuales se proyecta ampliar a seis días por semana.
Marie, una de las organizadoras del área de arte y talleres, explica que cada uno de las actividades, incluyendo los talleres adultos que, si bien no han comenzado, se piensan tanto como espacios de aprendizaje de oficios (confección de calzado, cocina, etc.), así como también artísticos, como danza, folclore o guitarra, se inscriben en una concepción amplia de la cultura que encuentra sus bases en la educación, los vínculos pedagógicos, el trabajo y la infancia digna.
El proyecto de la Juana Azurduy en esta esquina cuya historia sabe de poesía, tango y fútbol, es integral y está fuertemente vinculado a la identidad del barrio y a sus necesidades. Superando muchos obstáculos tanto económicos como regulatorios, hoy se consolida como Casa Cultural, dispuesta a ser habitada y construida en conjunto con el barrio y sus vecinos. El Gran Sur se aleja de una idea de la cultura centralizada y apuesta a que el barrio se convierta mediante la producción artística, en sujeto transformador de una realidad.
María Victoria Varela
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